La cartera de crédito de la banca no empezará a crecer
hasta, al menos, 2015. La única buena noticia que se ha producido en relación a
los préstamos es que la caída en los últimos meses empieza a desacelerarse,
pero no lo suficientemente rápido como para que la tendencia cambie y el
volumen total empiece a crecer el año próximo.
Desde el sector, algunos bancos,
como el Santander, esperan que en 2014 la cartera de créditos tenga una
evolución plana, otros, como BBVA, prevén que el desapalancamiento continúe y
tenga más peso que los nuevos créditos en la primera parte del año, sin
atreverse a pronosticar una tendencia clara en el segundo semestre. Los dos
bancos, con recortes del crédito de entre el 6% y el 7%, son los privilegiados
que consiguen ganar cuota de mercado, ya que la bajada media del sector, lastrado
por la contracción de los más débiles, se encuentra alrededor del 10%.
Mientras
la banca se muestra cauta, el Gobierno se muestra preocupado por uno de los
mayores problemas que atenazan la economía. La escasez de los préstamos no sólo
es un problema para empresas y hogares que lo sufren, sino que es un elemento
clave que puede apoyar la incipiente recuperación que profetiza el Ejecutivo o
retardar la recuperación. Por esta relevancia, el BCE ha alertado de la
circunstancia de que España es uno de los países de la zona euro donde más se
restringen los préstamos.
Y dentro de los distintos tipos de préstamos, son las
pymes españolas las que lo tienen más difícil, tras las griegas, para acceder a
la financiación bancaria. Estos obstáculos, que amenazan con un deterioro
adicional del tejido empresarial, han querido ser removidos por los últimos
gobiernos, con escaso éxito. De nada han servido los condicionantes
introducidos en los decretos de Guindos, como antes los quiso introducir Salgado,
aquellas que hacían referencia al mantenimiento del crédito en las entidades
que recibieran ayudas públicas.
Han sido los grupos de cajas nacionalizadas, las que han
recortado más el préstamo, acuciadas por la necesidad de reducir balance,
obtener financiación y cumplir los requerimientos de capital. El Banco de
España, en su último boletín económico, advertía de que de nada sirven las
medidas sobre el “ámbito estricto del mercado de préstamos bancarios”.
El mejor camino, asegura el supervisor, es avanzar hacia la
unión bancaria y afianzar la recuperación económica. La vicepresidenta del
Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, reconocía el viernes que en España existe
un problema con los préstamos, si bien se han adoptado medidas para paliar esta
situación “que buscan el saneamiento y la capitalización de las entidades”.
También se refirió a la necesidad de que el sector privado siga reduciendo sus niveles
de endeudamiento, “si bien las pymes necesitan crédito”.
En esa difícil, casi
contradictoria, ecuación es en la que el Gobierno trabaja con la implementación
de varias medidas, recordó. A la espera de que los estímulos den resultado, los
últimos datos acerca de los nuevos créditos para pymes presentan una caída del
13% y ninguna entidad prevé abrir la mano si no se trata de un proyecto fiable
o para una actividad exportadora. Al resto, la dificultad para escrutar a sociedades
de menos de 250 millones de euros de facturación, según el sector, las excluye
de la financiación.
Poco cambiará el año próximo para las familias. Con unas
tasas de paro históricas y aún con necesidad de desapalancarse, no se espera ni
que aumente la oferta de préstamos ni la demanda. El aumento de los
diferenciales y el acortamiento de plazos hace mucha más cara la financiación.
No debe extrañar, pues, los datos de Funcas, que señalan que el 70% de las
operaciones de compras de casa se realizan sin constituir una hipoteca.
El Economista
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